supongo que hay momentos en la vida que deben llegar, y personas a las que tienes que conocer y dejar que te expriman el alma para sacar de ella todo el jugo. pues bien, él es una de ellas. él, con esa manera de andar, de regalarme cada mirada, cada caricia y cada noche de incendio, hace que todo lo que hay en mí, resplandezca y brille. y pienso en todo lo que han valido la pena estos casi cinco meses, en la manera en la que nos hemos dejado curar heridas, secar las lágrimas y tenderlas al sol (al sol de madrid, de roma, o de andalucía). como cada trayecto juntos en coche, cada estrella que ilumina nuestro techo cada noche, y esa manera tan tuya de hacerme reír a carcajadas. me da por ponerme a pensar en el día de ayer, y también en los cien últimos, en las cien veces en las que incendiamos el mundo si hacemos el amor y en las veces que creamos y dejamos que el universo se expanda. y qué bonito es cuando nos despertamos en cualquier cuarto del mundo, y tú me dices que tienes cara de dormido y volvemos a la batalla en la que siempre caigo rendida y vencida por tu amor. y es que, vida mía, lo peor aquí no es el miedo, lo peor es la cobardía que nos engatusa cada día a no ser capaces de superar cualquir roce, y tú...tú eres un valiente de esos que ya no quedan, porque me besas y eres capaz de hacerme sentir una mujer. pero no una cualquiera, sino una mujer que cruzaría cualquier océano si al otro lado estás tú haciéndome ese baile que tanto me gusta, y consiguiendo que las risas sean nuestro pan de cada día. y como dice neruda, si nada nos salvará de la muerte, que sea nuestro amor el que nos salve de la vida.
amén
amén
Qué bonito :) Llegué aquí por casualidad, leí tu entrada por segunda casualidad y me tocaste la fibra por última casualidad. Así que te dejo este comentario casual, simplemente para desearte felicidad. Al menos, por otros cien días más de incendios.
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